En una decisión de alto impacto, que podemos sumar a la múltiple defensa institucional de los resultados electorales que han buscado subvertir Trump y los republicanos, la Corte Suprema de Justicia rechazó ayer el reclamo del GOP de desconocer los resultados electorales en Pensilvania, el Estado más importante del ejercicio electoral del pasado 3 de noviembre entre los llamados péndulos.
La sumatoria de derrotas judiciales que ha sufrido Trump y su equipo de asesores y colegas de partido alcanza la cifra de 50 demandas rechazadas a todos los niveles.
O sea, no solo perdió la elección general por más de siete millones de votos populares y 306 de colegio electoral sino que agrega una sumatoria impresionante de derrotas judiciales, descrédito institucional y toda clase de burlas y preocupaciones locales y en el ámbito internacional.
El daño que ha provocado Trump a un sistema que en buena medida descansa en la confianza que sobre él se tiene hace que entre el 70 y el 80% de los republicanos todavía creen que hubo fraude electoral y no reconocen el resultado final.
Ese sistema debería adquirir requisitos a ser cumplidos por las personas que se postulen a cargos públicos.
A tales efectos, podrían aprobarse resguardos contra la mentira, el mal uso de fondos públicos, la pretensión de eliminar el equilibrio de poderes, de los controles autocráticos sobre la prensa y los medios y la expresa supresión del orden constitucional y democrático de parte de los funcionarios a todos los niveles.
El sistema político, de partidos, electoral y de campañas merecen ajustes más profundos de lo que habitualmente se cree.
Aunque todo indica que los valores institucionales han aguantado la avalancha de casos judiciales y los chantajes y presiones de la Casa Blanca y partidistas, no es este un buen precedente.
¿Qué pasaría si un candidato más habilidoso y menos manipulador pero igual de determinado a moverse en los límites de un modelo democrático que no lo cubre todo -algo imposible- logra instalarse más allá de lo que establece la ley o incluso modificarla a su favor? ¿Qué habría sucedido si los republicanos tuvieran mayoría en Congreso y Senado? ¿Qué hubiera ocurrido si las autoridades electorales de Pensilvania o Georgia le concedieran validez a las demandas del ejecutivo?
Todos los sistemas políticos son más frágiles de lo parecen; razón por la cual desaparecen imperios monarquías y sultanatos hasta poco antes imposibles de enfrentar o subvertir.
Ningún orden social es eterno, mucho menos cuando se sostiene en estructuras rígidas, de ahí que el fortalecimiento de este sistema también depende de su actualización.
El próximo día 14 el Colegio Electoral emitirá sus votos y el ejercicio del 3 de noviembre habrá llegado a su fin.