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MANEJOS O MOVIDAS INTERESANTES EN LA ALTA POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS

Hace dos días vimos la carta abierta del expresidente George Bush en la que hace un llamado a la empatía y la unidad del país, en clara contradicción con los mensajes beligerantes de la Casa Blanca.

Eso lo hizo nada más y nada menos que ¡Bush!; quien a esta altura, y frente al actual inquilino de la Avenida Pensilvania 1600, parece un egresado con honores de una orden franciscana o un monje budista.

Pero Bush no fue el único.

A él se unió el secretario de Defensa, Mark Esper, al declarar que no apoya la invocación del Insurrection Act para el uso de tropas para controlar o dispersar las protestas de estos días.

Luego, ayer, llegó el turno del expresidente James Carter, en un statement en el que se refiere a la necesidad de equidad y de poner fin a las injusticias raciales.

Más tarde se sumó el exsecretario de Defensa y General, James Mattis, quien declaró que en su ya larga vida “Donald Trump es el primer presidente que no busca unir al pueblo de los Estados Unidos… y ni siquiera muestra intenciones de hacerlo”.

Igualmente ayer se produjo una alocución especial del expresidente Obama, con la participación de quien fuera su Fiscal General, en la que hizo un llamado al país para que se proteste en orden y disciplina, para que el enojo se convierta en estímulo frente a las próximas elecciones, para que se revisen los protocolos policiales en todos los Estados y otras ideas de amplio alcance.

La última de la lista de críticos de la postura oficial, hace solo unas horas, fue la senadora por Alaska, Lisa Murkowski, muy republicana y conservadora ella, pero quien viene a confirmar lo que ya es una clara tendencia.

Las anteriores personalidades no han sido los únicos que han hecho comentarios públicos que toman distancia o están claramente en contra del discurso confrontacional del actual presidente.

En iguales, parecidos o más categóricos términos se han referido buena parte de los intelectuales de este país y demás figuras públicas. Mencionarlos sería extenso.

Estas declaraciones y otras apariciones mediáticas, muy importantes para los momentos que corren, de cuestionada gobernabilidad, no porque el país sea un caos y prime el desorden sino por la ineficiencia e incapacidad cada día más evidente y demostrable, no son fortuitas, y habría que ubicarlas en un contexto y unos propósitos.

El más obvio parece ser atajar o adelantarse a Trump y evitar cualquier exceso o provocación de los grupos más volátiles, a un lado u otro.

Una idea intermedia descansaría en preparar el terreno para una posible derrota electoral del madatario en noviembre, y ante esa posible eventualidad algunos comienzan a dar muestras de independencia y distancia.

Quizás el propósito más velado podría ser el acoso al mandatario desde varios flancos, bajo comando y coordinación de prominentes figuras de alcance nacional.

No es fortuito ni casual la continuidad en las críticas de fondo que han hecho estos pesos pesados. Y no es para nada descabellado pensar que le están serruchando el piso o acotándolo por diversos frentes, como quien prepara y aspira a influir en las fuerzas vivas del país y la opinión pública, ahora incluso desde el alto mando militar.

A fin de cuentas, aún los que tenían unas pocas certezas de transitar un mandato mediocre pero superable, habrán perdido toda esperanza. Para todos, esta presidencia se ha vuelto peligrosa y tóxica.

Hace mucho tiempo, además, lo deben detestar pues ha puesto en ridículo a este país, sus instituciones y ha profundizado la corrosión de su poder global.

Ninguna de estas declaraciones públicas son tampoco espontáneas. Eso no existe a ese nivel. Cada una lleva el peso de quien la firma y lo que representa, en personas que tienen un diálogo cotidiano y pueden proyectarse buscando réditos bien calculados en un país que tiene un peso institucional indiscutible. O sea, no hay que descartar que se produzcan bajo previa coordinación.

El peligro de este fenómeno es que el actual presidente, que se sabe acosado, enfrenta una coyuntura adversa, es poseedor de cuestionables valores morales, un fatal talento negociador y un profundo desapego institucional, tiene opciones, facultades y propensión a alguna trampa, o varias trampas, que podría estar manejando en función de revertir esas tendencias claramente negativas a sus deseos de continuidad.

Sin embargo, los críticos veladamente también hacen un llamado a no dejarse provocar. Y esa parece ser otra idea que nos están trasmitiendo algunas de esas figuras.

En medio de esta peculiar coyuntura, y tomando en cuenta que nunca antes este personaje fue más frágil, es recomendable estar alertas y hacer llamados a la reflexión y la calma, evitando las provocaciones, los excesos y las manipulaciones peligrosas.

Una bestia acorralada y con poder puede ser errática y poco ordenada pero se vuelve más peligrosa; sobre todo cuando estamos frente al mayor factor de desunión ciudadana y el principal peligro para la seguridad interna del país: el presidente de los Estados Unidos de América.

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