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SOBRE ELECCIONES 2020. DATOS PRELIMINARES. PRONÓSTICO.

Todavía puede ganar cualquiera. Hay mayores ventajas y combinaciones para Biden pero la contienda está muy pareja.

Algunas muy rápidas consideraciones sin editar:

Para mi el dato más impresionante de todo el proceso electoral es el número de votantes que logró alcanzar Trump.

Contra el sentido común y contra todos los pronósticos especializados, este personaje de vodevil en tiempos de Twitter, ha sacado la friolera de 69 millones de votos y contando. Superará a Obama y pasará a ser el segundo candidato en toda la historia -solo superado por Biden- en recibir más votos populares en una elección presidencial.

Lo anterior se dice fácil pero solo demuestra que el problema llevado a la superficie por el trumpismo, para llamar de algún modo al fenómeno, es mucho más extendido, complejo y grave de lo que cualquiera habría imaginado un tiempo atrás, incluso tres días atrás.

A Trump no le hicieron nada los resultados desastrosos de la pandemia ni la prensa ni las estrellas de Hollywood y la NBA ni los generales ni los funcionarios desencantados que le sirvieron ni los republicanos honorables en su contra.

No le hicieron nada las recaudaciones masivas demócratas ni los millones de Bloomberg ni la muy buena campaña de The Lincoln Project.

No le hizo nada Black Life Matter ni la muerte de Floyd ni las matanzas en Parkland ni las protestas del MeToo ni tantas otras.

No le hizo nada el empleo masivo y constante de la mentira. Ni ser agraviante y desagradable. No le hizo nada maltratar aliados y aumentar considerablemente la deuda pública.

Al menos no le hizo nada a 70 millones de electores. Y eso no es un dato menor pues, gane quien gane, esas personas y sus aspiraciones no van a desaparecer.

Trump es como los patógenos, igual de dañino y replicante; un ente que no tiene un claro propósito pero que se reproduce entre amplios sectores no necesariamente para promover el bien común.

Pero lo cierto es que ganó votos. Muchos votos. Por lo que debemos aceptar de una buena vez que hay decenas de millones de personas que de manera abierta o silenciosa, pero creciente, se sienten atraídos por las formas totalitarias de gestión y las más abiertas y aberrantes mentiras.

Eso daría para análisis mucho más sosegados y profundos pero aparece en la superficie un factor bastante común a ese grupo: el sostenimiento de privilegios sistémicos, sean por razones de raza o grupo social, sin importar consecuencias ni métodos empleados.

El America First parte de un YO en mayúsculas siempre excluyente frente al diferente, de cualquier grupo o inclinación ideológica, religiosa, cultural, nacional, racial, etc. Si para mi satisfacción, a veces solo psicológica y existencial, se tienen que joder grandes grupos humanos no favorecidos, pues que se jodan, que a mi me toca primero y de ser posible a nadie más.

El trumpismo es un fenómeno social que parte de un profundo egoísmo.

Acá pesa mucho un déficit crónico muy relacionado a todo lo anterior, que es para mi la carencia más importante, y de la que poco o nada se habla: la pésima educación humanista, de búsqueda de la razón y la verdad, la pérdida de valores sociales y cívicos y el poco conocimiento de las bases republicanas y del sistema democrático.

No solo no lo saben ni son sensibles a ello sino que rechazan saber. No quieren. Entienden que se contaminan al revés.

Si invertir en educación siempre fue la mejor decisión que un país puede tomar, hoy esa necesidad alcanza una categoría o una necesidad casi evolutiva, para la salud de los sistemas sociales, pues durante estos terribles años hemos visto decenas y cientos de millones en todas partes a los que les cuesta o les resulta imposible pensar en términos de una lógica simple y entender la sociedad como un espacio que por definición es la sumatoria de individualidades que establecen un orden preferible y gradualmente más justo y humano y no menos.

El exacerbado culto al individualismo y los patrones de éxito muchas veces invertidos acá nos han traído, y todo indica costará horrores subvertir las enseñanzas de Hayek y Friedman -mal leídos- que tanto impulsaron la Tatcher y Reagan. Eso ha calado tan profundo que se ha convertido no solo en una forma de vida sino en una actitud y una filosofía de vida: out there es la selva, llena de potenciales competidores y enemigos y toda garantía debe descansar en tus aptitudes.

De todo esto creo se podrían establecer entonces tres prioridades centrales a tomar en cuenta: educación, educación y educación.

Independientemente a quien finalmente logre llegar a 270 votos electorales, esta elección ha sido muy pareja y disputada. La inmensa mayoría de los modelos tampoco vieron venir algo así.

Las elecciones han transcurrido en normalidad, sin incidentes relevantes, salvo quizás, acusaciones que dan cuenta de boletas no entregadas al correo que están siendo investigadas por jueces.

En estos momentos hay protestas en varias ciudades de parte, fundamentalmente, de partidarios de Trump que piden detener los conteos mientras sus contrarios piden lo opuesto. Al primer grupo, como es sabido, no les importa la ley sino ganar no matter what.

No hay ningún fraude ni demora desproporcionada en el conteo. Los votos por computar fueron recibidos antes de la hora de cierre de cada Estado. Acá la excepción es Pensilvania, Estado en el que es legal enviar boletas hasta tres días después de la elección y quienes empiezan el proceso de conteo cuando cierran los colegios y no antes, como por ejemplo, en Florida.

Es posible se cumpla el pronóstico de la mayoría de los modelos que daban a Pensilvania como el Estado que decidiría la elección.

Se ha hablado mucho acerca de la participación de latinos y afroamericanos en esta elección. En especial en los Estados pendulares. Sin dejar de reconocer la importancia que ambos grupos tienen en determinadas regiones, sigue siendo muy predominante el voto blanco y el voto independiente como para maximizar a los primeros. Cualquier pequeña variación de este último grupo tiene un impacto abrumador en los resultados electorales. En tanto los otros necesitan unos porcientos de participación muy alta y una inclinación hacia una de las partes muy determinada para poder realmente desviar una elección como esta. Muchas veces sucede que unos grupos anulan la voluntad electoral de otros.

También mucho se ha hablado del impacto de los cubanos en el voto en la Florida. Siempre he considerado que esa importancia es muy mediática y que de tocarnos tan cerca nos da la impresión de que son más determinantes de lo que en realidad son. Los cubanoamericanos habilitados para votar somos alrededor de medio millón en un padrón de 14.5 millones. Por lo que representamos un 4% de ese total.

Según informaciones preliminares de NBC, los cubanoamericanos terminaron votando en cifras inferiores por los republicanos a lo esperado. Creo que es mejor tener mayores confirmaciones pero los primeros datos dan cuenta de un voto 55/45 que es 10 puntos menos de lo esperado.

Llama la atención las dificultades de los demócratas para hacer llegar un mensaje claro y que tenga impacto entre comunidades diversas como las de la Florida. No digo que sea nada sencillo pues cada una entraña complejidades específicas, pero todo indica que los republicanos, aun apelando al miedo, la demagogia y la mentira, han sido más exitosos frente a esos grupos.

Encuestas:

Algunos llevamos casi cuatro años hablando y debatiendo sobre la calidad o fiabilidad de las encuestas.

En su defensa, encuestadores y analistas, que ya habían actualizado modelos y variables, dicen que es muy posible que el problema o la distorsión sea generada por la propia figura de Trump, que escapa a los modelos y hace virtualmente imposible encuestar a un sector importante que le es afín. Es cierto que en las elecciones midterm no se equivocaron pero Trump no estaba entonces en las boletas.

Sin embargo, no hay dudas ha sido falso que el actual presidente haya arrastrado una aceptación siempre negativa de entre el 37 y el 42%. Y ya a partir de ahí se replica el error una y otra vez.

Aun teniendo en cuenta lo anterior, también es posible que algunas variables se nos escapen. Por ejemplo, ¿cómo es posible que Trump supiera que esto que hoy vemos (elección muy disputada, impugnación de elecciones en varios Estados, acusaciones de fraude, ataques al correo) era un camino perfectamente posible y nadie más le confiriera ninguna o poca importancia? ¿Alguien realmente cree posible que el equipo de estrategas de Trump sea más capaz y tenga mejores herramientas que el resto de la inteligencia del planeta? ¿Están todas las variables sobre la mesa o hay algo que se les escapa a uno de los grupos?

Demoras en el proceso de conteo:

Es angustiante lo que ocurre pero normal. Se está actuando acorde a la ley de cada Estado. Y acá hay que recordar que en este país federal cada Estado es responsable de las elecciones y cada uno tiene leyes y métodos específicos.

Este año, además de estar frente a la elección de más participación de la historia todo se realiza en medio de la pandemia, con números de casos crecientes en muchas ciudades y poblados, que ha provocado un mayor uso del correo para votar.

En lo anterior también pesa, y bastante, la reducción de recursos al correo y el descrédito que ha sufrido de parte del ejecutivo nacional.

El proceso de conteo y confirmación del voto por correo es lento y no dudo ahora lo sea más teniendo por delante elecciones impugnadas.

Colegio Electoral:

Bueno, si no existiera esa institución, las elecciones habrían tenido un resultado firme el mismo dia 3 en la noche.

En estos momentos Biden supera a Trump por 72,774,124 votos, record, contra 68,914,108. (50.5% – 47.8%)

El peso específico del Colegio Electoral es aun mayor en las elecciones disputadas, las que se deciden por estrechos margenes en los estados péndulos, esos que votan en un sentido u otro.

Balances y contrapesos:

Las elecciones no han concluido y ya están siendo imputadas por el presidente en varios Estados.

Ahí entrarán a jugar un papel central las autoridades judiciales, como en el caso de Michigan, en el que un juez acaba de denegar el pedido de impugnación de Trump. No ha lugar, su Señoría…

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